[box type=»info» align=»aligncenter» width=»660″ ] CONSTELACIONES FAMILIARES. Sala: Nave 73. Autor: Iván Bilbao. Dirección: Iván Bilbao. Reparto: Chos (Encarna), Klaus (Adolfo), Fede Rey/Daniel Eusse (Libertad/Edu), Olivia Baglivi (Candela), Alba Celma (Marina). Coreografía personaje sombra: Alberto Velasco. Fechas: sábados. Horario: 20:00 h. Entradas: 12€, reserva anticipada. 14€, venta en taquilla [/box]
Las constelaciones familiares son un controvertido tipo de terapia alternativa que parte de que las tensiones, miedos, psicosis de las personas, están originados por los acontecimientos sucedidos en esa familia en generaciones anteriores, por ello, cada individuo debe construir sus propias constelaciones familiares y, mediante un role playing con más personas, enfrentarse a sucesos pasados.
Independientemente del juicio que me merezca esta pseudoterapia, lo que es indudable es que es muy acertada su elección como título para la obra teatral que supone la segunda entrega de la trilogía teatral Brotada. En efecto, tras esa maravilla que es la primera entrega de esta serie (Brotada, que os hemos reseñado recientemente), el autor y director Iván Bilbao, da una vuelta de tuerca, y ahora se adentra en el tenebroso universo de las familias disfuncionales para poner al espectador frente a frente con los Sánchez, la familia más loca de Chamberí.
Antes de continuar hay que aclarar que Constelaciones Familiares es la segunda entrega de la trilogía, pero no la continuación de Brotada, sino que transcurre de forma paralela a la trama de aquella, con el nexo común del personaje de Edu y tiene todo el sentido aunque no hayas visto la primera obra. No obstante, para quienes sí que la hayan visto (algo que recomiendo encarecidamente), se dan pistas sobre el estado de ese maravilloso personaje que es Ana.

¿De qué va Constelaciones Familiares?
Como os adelantaba más arriba, se trata de un retrato grotesco de una familia en el que se tratan temas tan universales dentro del ámbito familiar como son las relaciones entre padres e hijos y sobre todo el amor. ¿El amor es un pegamento capaz de unirlo todo? Tal vez, solo si está en buen estado, porque en esta familia hay mucho amor, todos se quieren, pero francamente, lo hacen fatal.
Ante todo, Constelaciones Familiares es la historia de una familia, los Sánchez, profundamente disfuncional, (como los Griffin de Family Guy, pero a lo hispano y a lo bestia).
La matriarca de la familia es Encarna, cocainómana, traficante de drogas y actriz fracasada, que vive esperando una llamada de Almodovar que nunca se produjo. Pese a que, en el fondo quiere a su familia, vuelca toda su rabia y frustración contra ellos, que a su vez la odian por sus constantes desprecios y su adicción. Adolfo, su marido, es un ex-guardia civil bebedor, putero y derrotado, un perdedor anclado en el pasado, que abusa de su hija Candela, aunque se arrepiente profundamente de ello.
En medio de este barro han surgido tres rosas en forma de hijos, disfuncionales también (no podía ser menos en ese entorno) pero con buen fondo y expectativas de progresar. Son tres supervivientes que están dispuestos a lo que sea con tal de salir adelante en medio de ese infierno. Marina, la hija mayor, es artista, feminista, vegana y lesbiana (ah, y adora las performances y, por supuesto a Marina Abramovich). Libertad/Edu fue adoptado por la familia tras la muerte de sus padres cuando tenía 9 años; su vida fuera de la familia es tan compleja, que dentro de ella ha decidido ser un conejo y va por casa en calzoncillos y con unas enormes orejas.
Y nos queda Candela, la menor, la irreverente Lolita, que con 16 años, es el diamante en bruto de la familia, la que más cerca está de ver la luz tras las tinieblas. Ha sufrido los abusos de su padre y eso la ha marcado, pero la ha hecho más fuerte. Es un torrente de energía que se vuelca en las redes sociales y encuentra entre los followers el cariño que no tiene entre los suyos.
La obra
Ivan Bilbao ha querido hacer una reflexión sobre la estructura familiar, a través de una visión grotesca de la misma, poniéndonos frente a personajes extremos, que nos obliga, no solo a contemplarlos y reírnos (y mucho) con sus salidas de todo, sino también a que empaticemos con ellos o los repudiemos, y a través de ello, miremos dentro de nosotros mismos y de nuestra propia estructura familiar. En suma, nos obliga a reflexionar.
Y todo ello lo hace con un tono muy almodovariano, de ese Almodóvar anterior a los 90, irreverente, ingenioso, y enormemente divertido, con familias como las de ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Al igual que hacía el genio manchego, la historia de Constelaciones familiares es una tragedia, pero con mucho trasfondo cómico (lo que viene siendo una tragicomedia en toda regla, al estilo de los clásicos griegos).
Para afrontarla, además, Iván Bilbao no ha escatimado en medios y en esta obra cabe de todo: la performance, el chamanismo, la danza, las coreografías corales, los coros, los oníricos juegos audiovisuales… Un auténtico despliegue, que acrecenta el marcado carácter surrealista de la trama y el montaje.

Los actores
Igual que en Brotada, el texto es fantástico, dinámico, complejo, ingenioso e irreverente, pero alcanza su máxima brillantez gracias al TRA-BA-JA-ZO del elenco. Constelaciones Familiares es una obra coral, en la que el trabajo colectivo y la armonía entre las interpretaciones debe primar sobre las individualidades, y todos y cada uno de los actores lo han entendido a la perfección y encajan como un reloj y con su talento y compromiso por la causa común son, en buena parte, los responsables de que la obra funcione tan bien.
Pero eso no quita, para que todos y cada uno de ellos brillen con luz propia en su respectiva parcela. Chos compone una Encarna maravillosa, con algo de muchos personajes que hemos visto ya en el cine o teatro, pero con personalidad propia, viviendo en el exceso, pero dejando ver su amor tras las profundas capas de hielo con que lo sepulta. Junto a ella, otro peso pesado de la interpretación como Klaus compone un padre de familia hastiado y derrotado, un ser vicioso y pusilánime, que nos produce una sensación entre el asco y la compasión a través de su fantástico trabajo interpretativo.
Junto a ellos, los tres chavales. Fede Rey y Daniel Eusse dan vida a Libertad (en la función que yo vi el papel lo hacía Daniel), un personaje tierno y sosegado, que esconde más que lo que muestra. Quizás es el papel menos agradecido de la obra pues es el menos extremo, pero Daniel lo representó francamente bien, transmitiendo lo que su personaje le pedía y conjuntándose espléndidamente con las chicas.
Alba Celma y Olivia Baglivi han sido los grandes descubrimientos de esta obra, porque son dos jóvenes plenas de talento, pero sobre todo de compromiso con personajes tan extremos, que las obligan a adentrarse por caminos tan inexplorados como arriesgados para ellas.
Alba Celma ha captado a la perfección la esencia de Marina un personaje caleidoscópico, tan pirada y radical para unas cosas como tierna y dulce para otras. Un trabajo fantástico, que además la obliga a mostrarnos sus dotes para la performance el canto o el baile. Y si Alma está fenomenal, Olivia Baglivi está increíble, en un papel complicadísimo, tan caleidoscópico como el de su hermana, pero mucho más extremo. A sus 16 años, Candy es muchas personas: Lolita lasciva, niña víctima de abusos, influencer social de éxito, bulímica convencida, bailarina, rapera… y Olivia encarna a todas ellas, como decía Víctor Manuel, «dejando el rastro de su alma y jirones de su piel» en cada frase. Larga vida a estas dos enormes promesas.
Pues nada, chavales, ya os que contado lo principal, ahora queda que pongáis vosotros de vuestra parte y vayáis a disfrutar con este trabajazo que se marcan la gente de Constelaciones Familiares, los sábados de diciembre en Nave 73.