Tulsa y Los exiliados románticos

Tras ver el «mix cinematográfico musical» de la película Los exiliados románticos y el concierto de Tulsa propuesto por Son Estrella Galicia el pasado 30 de abril, en la conocida discoteca Joy Eslava de Madrid, viene a mi mente esta cita de Fiodor Dostoievski: «Es mejor equivocarse siguiendo tu propio camino que tener razón siguiendo el camino de otro».

Y es que en tiempos en que el término «indie» llena la boca de muchos músicos y cineastas como coartada para perpetrar múltiples desatinos, o simplemente colgarse una etiqueta que dé un pretendido carácter outsider a trabajos de lo más conservadores y rutinarios, da mucho gusto encontrar a gente que sí que ha entendido de qué va esto de la independencia creativa; precisamente, de seguir tu propio camino.

Sí, de acuerdo que «independiente», en sentido genérico es un término que se puede aplicar a todas las creaciones fuera del marco de grandes productoras o discográficas, pero también es cierto, que muchos utilizan el término «indie» como sinónimo de «gourmet», como algo especialmente creativo o personal y, desgraciadamente, hay mucha impostura en ello.

Por eso, como decía, agrada mucho ver a gente como Tulsa o Jonás Trueba, que han hecho de la independencia su bandera, para hacer lo que les gusta, como les gusta, para seguir sus propios caminos en medio de la multitud, demostrando que la belleza tiene mil caras y puede estar escondida en cualquier parte.

Y agrada un montón también, ver que hay gente que apoya la cultura como Son Estrella Galicia y Gran Derby Records, proponiendo eventos tan interesantes y enriquecedores como este.

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SON Estrella Galicia ©LolasArtPhoto

Los exiliados románticos

El evento proponía proyectar en primer lugar Los exiliados románticos, la película de Jonás Trueba que en 2015 vino a refrescar el panorama cinematográfico español acaparando elogios.

La peli va sobre tres amigos que emprenden un viaje en furgoneta a Francia sin un motivo aparente. Partiendo de esta premisa, la cinta es un viaje que va desde ningún lugar hasta ninguna parte, pero que nos hace disfrutar enormemente del trayecto. Una road movie en toda regla, planteada a modo casi de documental, en que la amistad y la búsqueda de amores soñados se convierten en protagonistas.

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Un conjunto de «reality bites», surgidos sobre la marcha en un viaje en el que los personajes, no tienen más pretensiones que sentirse vivos y comprobar qué hay tras las puertas entreabiertas de sus vidas.

Los exiliados románticos es una delicia en sí misma, y lo es más aún por la música de Tulsa que, más allá de aportar una banda sonora a la historia, se convierte en esqueleto y protagonista de la historia.

Si aún no la habéis visto… ¡ya estáis tardando!

Tulsa

Y tras los 70 minutos de la película, como el personaje de La Rosa Púrpura del Cairo, Tulsa salió de la pantalla de cine y empezó su concierto, algo realmente mágico.

La calma chicha es uno de mis discos nacionales favoritos, no solo de 2015, sino en mucho tiempo. No solo me encanta por su calidad y sus toneladas de creatividad, sino por esa capacidad de Miren Iza para crear atmósferas tan densas, oscuras y opresivas como abrumadoramente bellas.

Por eso estaba expectante ante lo que la donostiarra podía ofrecer, aunque escéptico a la hora de ver cómo se podía traspasar el espíritu de un trabajo tan electrónico al directo. Más aún, por ver la evolución de su pop-folk guitarrero a un directo tan intenso como exigía el disco.

Con un público mayoritariamente sentado y aún afectado por la belleza de la película, Tulsa fue desgranando los temas de su disco acompañada por una banda tan atípica como versátil, brillante y potente: Alfredo Niharra en las guitarras, Ramiro Nieto en la percusión y Jaime Arteche y Javier Carrasco en los teclados. El resultado fue una impactante y excelente mezcla de las atractivas y sugerentes atmósferas electrónicas, con la energía de un muy buen concierto de rock.

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SON Estrella Galicia ©LolasArtPhoto

El espíritu de La calma chicha no solo estaba presente, sino que canción a canción avanzaba más por el patio de butacas invitando a nuestras almas a estremecerse, a nuestros traseros a levantarse del asiento y a nuestros cuerpos a moverse al son de la música y zambullirse, como los personajes de la película, en un refrescante y purificador lago lleno de poesía y grandes melodías.

Una a una fueron sonando las canciones de su último trabajo junto a canciones antiguas, en versiones tan energéticas como hipnóticas. El final, como no podía ser de otro modo, vino con la Oda al amor efímero, la canción que marca la película de Trueba y que, como un himno, fue coreada por todos los presentes: «No me importa si eres listo o idiota / te voy a querer igual».

Una gozada absoluta, uno de esos conciertos que se quedan en tu mente durante mucho tiempo. Así que ya sabéis, amiguitos, si tenéis la oportunidad de ver a Tulsa no lo dudéis, porque en este caso «indie» sí que es equivalente a «gourmet».

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Luis Ángel Ramos Cuesta
Luis Ángel Ramos Cuesta
Oteo el horizonte desde Unagi Magazine y os cuento lo que veo. ¡Ah! y además soy el irresponsable responsable de dirigir este proyecto ;-)

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