La flaqueza del bolchevique es la adaptación teatral de la exitosa novela homónima de Lorenzo Silva, que tras girar por diversas localidades españolas, vuelve a los escenarios madrileños, más concretamente a los Teatros Luchana.
Pablo es un empleado de banca que, hastiado de todo y de todos, siente, sin embargo, una extraña fascinación por «la flaqueza del bolchevique», el momento de suprema duda y debilidad por el que, supone, pasó el miliciano ruso encargado de matar a la duquesa Olga (hija del zar Nicolás II). Él cree que el bolchevique estaba enamorado de Olga y quería poseerla, pero debía matarla, debía destruir al objeto de sus sueños y sus deseos y eso debió ocasionarle un momento de terrible flaqueza.
Partiendo de esta idea, Lorenzo Silva construyó una novela magistral, en la que, a través de las introspecciones de su narrador y protagonista, retrata con descarnada crudeza y buenas dosis de humor ácido, la sociedad de finales del siglo XX (que permanece intacta en estos inicios del siglo XXI) y reflexiona sobre temas como el amor, el deseo, el materialismo…la vida en suma.
¿De qué va La flaqueza del bolchevique?
La historia comienza cuando su narrador y protagonista, un misántropo declarado, que odia todo y a todos y se ríe de la vida y del mundo, choca, a causa de un despiste, con la parte trasera del coche de Sonsoles, una ejecutiva pija e irritante hasta la saciedad, un lunes de un bochornoso verano, a las 8 de la mañana, momento en sus tendencias se manifiestan con especial crudeza.
Todo podría haber terminado ahí, con un parte amistoso, pero los insultos y superioridad de la ejecutiva, encuentran el calvo de cultivo idóneo para desencadenar una tormenta de consecuencias imprevisibles. Pablo encuentra un foco en el que centrar su ira contra la vida y la humanidad y de paso, encontrar un sentido a sus días, plenos de aburrimiento.
Comienza, por tanto un juego al gato y ratón en el que, a través de llamadas telefónicas, se propone acosar a Sonsoles, llevarla al barro, destruirla moralmente, hasta que de pronto…la vida, esa vida que el detesta, se le cae encima con todo el peso que la vida puede tener. Conoce a Rosana, la hermana de Sonsoles, una criatura de 15 años, absolutamente adorable, maravillosa y magnífica, que hace que toda su existencia hasta ese momento, se evapore en un instante.
Rosana no es la típica Lolita ingenua y descarada de Nabokov, sino que es una criatura fascinante, plena de encanto y sabiduría, una mujer atrapada en el cuerpo de una adolescente, que, por primera vez en su vida, encuentra a alguien que despierta su curiosidad, alguien que no la persigue babeando, sino que le habla de tú a tú y la pone cara a cara con la vida, sin anestesia.
Todo deja de tener importancia para ambos y pese a que Pablo no siente fijación por las jovencitas, se convierte en el acto en el bolchevique de sus pensamientos, en un viejo miliciano de la vida, que tiene como único fin de su existencia adorar y poseer toda la vida y belleza de Rosana, a sabiendas de que ese viaje solo puede conducir al infierno.
La obra
Muchos de vosotros conoceréis la adaptación cinematográfica de La flaqueza del bolchevique, de 2003, interpretada por Luis Tosar y María Valverde, que valió a esta última un Goya a la mejor actriz revelación.
Sin desmerecer dicha película, esta adaptación teatral la supera con creces por varias razones. Primeramente, porque lejos de adornar un historia buena de por sí, con tramas paralelas, entronca directamente con el espíritu del libro y el texto del mismo (del que conserva más del 80%). Conserva su tono transgénero en el que conviven la comedia más ácida, con la intriga y la tragedia.
Además, recupera todo su espíritu, planteándose casi como un monólogo en el que las reflexiones del protagonista ocupan buena parte del montaje y en el que Rosana aparece en contadas ocasionas para ilustrar las mismas y como motor para que la historia avance hacia su final.
Los dos personajes están magníficamente retratados y construidos y sobre ellos se ha asentado la esencia de este montaje, descargando todo el peso en la interpretación y recurriendo a una escenografía tan escueta como efectista y efectiva, gracias a una más que correcta iluminación y proyecciones. Pero como una imagen vale más que mil palabras, aquí va el trailer.
Los actores
Cuando uno va a ver trabajar a Adolfo Fernández, ya sabe que no va a salir defraudado, porque la capacidad interpretativa del vasco es más sólida que los presidentes del Monte Rushmore. En este caso, se encuentra con un personaje que es un regalo para cualquier actor, pero especialmente para él, que es capaz de dar cada uno de los muchos matices que tiene.
Pablo es un tipo encantador, inteligente, sarcástico, ególatra, socarrón… en resumen, un tipo complejo y hastiado de la vida, que te produce tanta atracción como rechazo y que vive en un mundo de grises y de pronto pasa a un mundo de luz y de color.
Adolfo Fernández es capaz de ser veraz y brillante en cada uno de estos registros, dominando especialmente uno en el que fallan muchos intérpretes: los tonos medios, que normalmente son los que dan más cercanía y verosimilitud a las interpretaciones. Un aplauso enorme para su enorme trabajazo.
Como decía, Adolfo es un valor seguro, por ello, la gran (y agradable) sorpresa de este montaje ha sido Susana Abaitua. Rosana es bella y deseable como la Venus de Botticelli, pero también un personaje complejo, que conquista a Pablo gracias a ello, no solo por su belleza, sino también por su inteligencia y madurez, por su curiosidad y porque representa el reverso de sí mismo.
Todo ello requiere unas buenas dosis de encanto, de ternura y de esos mismos tonos medios que antes alababa en Adolfo. Además, aunque su personaje es bastante más joven de lo que es ella en realidad, le otorga una enorme credibilidad y le da ese toque de «adolescente madura» que debería tener Rosana.
En resumen amigos y amigas, que La flaqueza del bolchevique es una excelente adaptación de un magnífico libro y desde aquí os recomiendo muy mucho disfrutar de la cultura viéndola (y si, ya de paso os leéis el libro, entraréis en mi Hall of Fame 😉