Memoria o desierto

[box type=»info» align=»aligncenter» width=»660″ ] MEMORIA O DESIERTO. Sala: Teatro Fígaro (Madrid). Autor: Ignasi Vidal. Dirección: Ignasi Vidal Reparto: Ana Otero, Ana Rayo y Marian Aguilera. Ayudante de dirección: Antonio Rincón-Cano.  Producción: Carles Roca, Mónica Regueiro, Olalla Calvo. Fechas: 1 al 23 de marzo de 2016.  Horario: Martes y miércoles a las 20:00 h. Entradas: desde 12€.  [/box]

La memoria es como una mochila que con el paso de los años vamos llenando, a veces de maravillosos recuerdos y otras de pesadas losas que, cada vez más, nos dificultan el avance. La memoria condiciona nuestro comportamiento, como si el pasado se resistiera a serlo y quisiera que el futuro estuviera en constante deuda con él. Ya lo decía el gran Jorge Luis Borges: «Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos».

Por eso, es tan conveniente como saludable purgar la memoria de vez en cuando. No se trata de hacer un reset, sino de ir sacando todas esas piedras que nos impiden avanzar, enfrentarlas como Hamlet a la calavera de Yorick, mirándola directamente a las vacías cuencas de los ojos y eliminar todo ese mal que nos corroe internamente.

Sobre esta premisa, Ignasi Vidal, ha creado una fantástica obra teatral, Memoria o desierto, que habla precisamente sobre eso, sobre el poder de los recuerdos sepultados y convertidos en secretos, para determinar las relaciones entre las personas. Y no lo hace de cualquier modo, no señor. En una pirueta tan arriesgada como necesaria, Vidal se zambulle en el universo emocional femenino, a través de las relaciones de amor-distancia entre las tres protagonistas de la historia.

¿De qué va Memoria o desierto?

La trama es aparentemente simple: tres hermanas, distanciadas tanto físicamente, como emocionalmente, se reúnen para dar el último adios a su padre, recién fallecido, en el velatorio de este.

Magda, la mayor, es quien se ha ocupado de cuidar a su padre los últimos años de su vida, renunciando a su realización personal y profesional. Natalia, es la aventurera de la familia y trabaja como médico en un campo de refugiados del Sahara y está totalmente distanciada de Magda a causa de un asunto sentimental que afectó a ambas. Cata, la menor, trabaja en París como psicóloga y es el factor común en esta familia pues es la que, como una ligera capa de pegamento, mantiene el frágil equilibrio entre las hermanas, relacionándose con ambas.

¿Cuántas veces no hemos sido, nosotros mismos protagonistas de una historia similar? Un velatorio, un lugar en el que las emociones están a flor de piel; en que la pena y el cansancio debilitan el poder de la censura interna, y un entorno familiar en el que siempre hay tensiones. Los ingredientes perfectos para crear un cóctel explosivo.

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Foto: Jacobo Medrano

Y ocurre lo que tenía que ocurrir, que estas tres supervivientes, que crecieron a la sombra de su padre, carentes del afecto de su madre, muerta cuando eran niñas, deciden sacar todos los secretos de la familia. El salto al vacío está servido, nada podrá ser igual de ahora en adelante.

El gran acierto del Ignasi Vidal autor, ha sido el haber creado un texto que, a medida que avanza nos suena tan cercano y tan natural, que lo hacemos nuestro. Ese tono entre lo dramático, lo tierno, lo divertido, nos pone en la piel de las protagonistas. Algunas de las escenas, con un humor absurdo e incluso escatológico, que parecen fuera de tono en un tanatorio, son tan reales como la vida misma. Ese «modo aspersor» de sacar lo que se lleva dentro, de sumergirse en una catarsis emocional, es el pan de cada día en los velatorios.

Pero en Memoria o desierto, Vidal ha dado un paso más, situando esta confrontación en el mundo femenino, con tres mujeres como protagonistas, e impresiona ver lo bien que ha reflejado la forma en que estas se enfrentan a las distintas situaciones. Dice el propio Ignasi Vidal que «tengo la sensación de que si este texto hubiera tratado el mismo tema pero los personajes hubieran sido hombres, el color que habría resultado habría sido el de la comedia. La mujer, en cambio, es un instrumento dramático contundente que maneja de manera natural las emociones más íntimas […]» y yo no puedo más que darle la razón.

Y si el Ignasi Vidal autor merece todo mi reconocimiento, no lo puede tener menos el Ignasi Vidal director, que hace una labor excelente. El tono aportado en cada momento es el exacto que uno esperaría en cada situación, el vestuario y lenguaje corporal de cada una de las protagonistas nos hace tener claro en cada momento el quien, el cómo y, si me apuran, el por qué de cada una de ellas.

Y, por supuesto, no me olvido del trío protagonista, tres grandísimas actrices que, cada una desde su registro te hacen echar en falta un sombrero, para quitártelo ante sus respectivas interpretaciones. La contención y el tono áspero de Magda (Ana Rayo); la despreocupada alegría y aparente candidez de Cata (Marian Aguilera) y la fortaleza, decisión y arrolladora personalidad de Natalia (Ana Otero), están tan llenas de verdad y naturalidad, que te hacen olvidar durante hora y pico que estás en un teatro y te llevan de la mano a zambullirte en la vida.

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Luis Ángel Ramos Cuesta
Luis Ángel Ramos Cuesta
Oteo el horizonte desde Unagi Magazine y os cuento lo que veo. ¡Ah! y además soy el irresponsable responsable de dirigir este proyecto ;-)

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