[box type=»info» align=»aligncenter» class=»» width=»600″]UNA NOCHE COMO AQUELLA. Sala: Nave 73. Texto: Nacho Redondo. Dirección: Chos. Ayudante de Dirección: Almudena León. Reparto: Nahia Láiz (Patricia), Nacho López (Marcos), Nacho Redondo (Juanlu), Ana Pi (la chica del parque). Producción: Contrasentido. Música: Ana Pi. Fechas: sábados a las 22:45 h. Precio: 12 € anticipadas, 14 € en taquilla.[/box]
Una noche como aquella, alguien planteó esta inocente pregunta en un parque, en medio de una desenfadada charla entre amigos: «¿Qué preferiríais, comer un bocata de pelos una vez o alimentaros únicamente de boquerones en vinagre durante toda vuestra vida?». Sí, vale, no es del todo inocente, pero es la típica chorrada que se dice cuando se está a gusto, sentado en un parque, con una cerveza en la mano, dentro del círculo del poder que conforman tus amigos.
Juanlu, Marcos y Patricia, eran tres amigos que se conocían de toda la vida y compartían todo lo que comparten los amigos: alegrías, tristezas, sueños, expectativas…pero esa simple pregunta, como si hubiera sido el famoso aleteo de una mariposa en Brasil, ocasionó unas consecuencias dificilmente imaginables para ellos, porque abrió una nueva puerta, que hasta entonces ni siquiera se hubieran planteado que existiera: la del sexo. A partir de ese momento, los tres entran en una nueva dimensión insondable, la de una relación a tres bandas en la que amor, amistad, sexo y convivencia se mezclan en un explosivo cóctel.
Este es el punto de partida de Una noche como aquella, la obra de teatro de la que pude disfrutar el pasado sábado en la Sala Nave 73. Sí, digo disfrutar, porque esta atípica comedia romántica me hizo pasar un rato estupendo y, sobre todo, me hizo recordar que en el teatro, como en la cocina, si se tienen buenos ingredientes, no es difícil conseguir buenos resultados y si, además, el cocinero es bueno, el resultado, por necesidad debe ser excelente.
En este caso, el texto de Nacho Redondo es francamente bueno, con diálogos ágiles y situaciones veraces y divertidísimas. Una noche como aquella nació como una microobra para Microteatro y ha sabido evolucionar hasta una obra de hora y pico, manteniendo la diversión, la agilidad, el tono desenfadado y el ritmo de las obras breves.
Nacho podía haber optado por varios tonos para contar una historia como esta y decidió afrontarla por el lado de la comedia, lo que es un acierto, pues la situación dentro de los conflictos y sentimientos que manejan los personajes, genera múltiples situaciones absurdas, que vistas en perspectiva son muy divertidas. Y así lo asumen los personajes, más aún con esa confianza absolutamente desenfadada que tanto te cuesta encontrar con tu pareja, pero que con los amigos viene de serie.
El refranero español dice que «dos son compañía y tres son multitud»… pero también dice que «donde comen dos, comen tres» y entre esta espada y aquella pared se mueve toda la trama de una forma muy inteligente. Porque un trío no es nada que deba tomarse a la ligera, y menos aún cuando se lleva a cabo de forma continuada.
Hay una novela maravillosa de Edwin Abbott, escrita en 1884, que recomiendo leer a todo el mundo, llamada Flatland: A Romance of Many Dimensions en la que un cuadrado, que vive en un plano de dos dimensiones, recibe la visita de una esfera, proveniente de un mundo de tres dimensiones. La esfera le plantea al cuadrado conceptos de su mundo, que la mente del ser bidimiensional no puede comprender. Algo así es lo que plantea esta obra: nos han enseñado a vivir afectivamente y sexualmente en dos dimensiones y cuando vemos que además del eje x e y, aparece el z, todo se trastoca y ya no es sencillo saber dónde está arriba y abajo, ni qué es delante o detrás (algo que hay que tener muy claro en un trío 😉
El texto es bueno, pero el trío protagonista lo ensalza con su interpretación. Han optado por la naturalidad y han dado en el clavo. La obra podría filmarse en directo y hacer una película, porque su tono interpretativo es contenido, algo que favorece a crear ese clima de confianza con el público, de ver que no son actores, sino unos jóvenes que han abierto la ventana de su casa y que te están permitiendo ver lo que ocurre en sus vidas. Muy buenas las interpretaciones del autor Nacho Redondo y de sus dos «parejas» Nacho López y Nahia Láiz, derrochando buen hacer y compromiso para dar veracidad a la trama, sobre todo en las escenas más escabrosas.
Y con unos ingredientes como estos, la responsabilidad del director a la hora de afrontar el montaje es cómo realzar su sabor, porque gran parte del trabajo, ya viene hecho. Y si, como en este caso, la responsable de esta tarea es Chos, una de las directoras de moda del Off teatral madrileño, el éxito está asegurado.
Al igual que comenté con el texto, la directora podía afrontar el montaje, también desde varios puntos de vista y creo que ha acertado de lleno con el elegido: la comedia romántica generacional, huyendo por igual de los toques almibarados y de las escenas sexuales escabrosas que hubieran podido arruinar la trama. Hay sexo, sí (la obra no se entendería de otro modo) pero el justo y necesario y muy bien planteado. Es un montaje ágil, la forma de afontar los flashforward son muy acertadas e inteligentes y el planteamiento narrativo muy dinámico y divertido (muy a lo Algo pasa con Mary, con Ana Pi haciendo de Jonathan Richman, tocando la guitarra y cantando en directo).
En fin, mozuelos y mozuelas, que si en algo valoráis mi opinión, os recomiendo que os paséis uno de estos sábados por Nave 73, para ver a este trío que os aseguro que os hará pasar 80 minutos riendo y reflexionando sobre el amor, la amistad y las relaciones… Conmigo lo consiguieron.
Información Bitacoras.com
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