Descubre la fascinante historia detrás de 5 objetos cotidianos inventados por accidente y cómo cambiaron el mundo tal como lo conocemos.
Cuando el error se convierte en genio
En ciencia, como en la vida, no todo sale como uno planea. A veces, lo que empieza como un experimento fallido, una mezcla mal calculada o un descuido aparente… termina siendo un descubrimiento revolucionario. Muchos de los objetos que hoy usamos sin pensarlo —en la cocina, en el baño o incluso en la oficina— nacieron por puro accidente.
Pero lo curioso no es solo su origen inesperado, sino cómo esas “casualidades” acabaron transformando nuestro día a día.
5 objetos cotidianos que fueron inventados por accidente
Aquí te contamos la historia detrás de cinco objetos cotidianos inventados por accidente y que, sin quererlo, se convirtieron en protagonistas de nuestra vida moderna.
El microondas: una chocolatina derretida que cambió la cocina
Todo comenzó con un radar… y un poco de hambre.
En 1945, el ingeniero Percy Spencer, que trabajaba en la empresa Raytheon, estaba experimentando con un magnetrón —el componente que emite ondas de radio de alta frecuencia— cuando notó que la barra de chocolate en su bolsillo se había derretido.
Intrigado, decidió probar con otros alimentos. Primero palomitas de maíz (que explotaron en el laboratorio), luego un huevo (que también explotó, esta vez sobre un colega). A partir de ahí, el equipo desarrolló el primer horno de microondas comercial.
👉 Lo que empezó como un experimento militar se convirtió en uno de los electrodomésticos más populares del siglo XX.
Las tiritas: amor y accidentes domésticos
Detrás de toda gran idea… a veces hay un pequeño corte.
A principios de los años 20, Earle Dickson, empleado de Johnson & Johnson, tenía un pequeño problema doméstico: su esposa era propensa a cortarse mientras cocinaba. Las vendas que usaban entonces eran incómodas, se caían y no protegían bien las heridas.
Así que Dickson inventó una solución casera: una tira adhesiva con una almohadilla en el centro. Lo presentó en su empresa y en poco tiempo nació la “Band-Aid”, que hoy conocemos como tirita o apósito adhesivo.
👉 Un gesto de cuidado cotidiano que se convirtió en un invento global.
Las cookies con chips de chocolate: una receta improvisada
¿Sabías que las galletas con trocitos de chocolate nacieron porque alguien se quedó sin cacao en polvo?
La historia dice que en 1938, la chef Ruth Wakefield, propietaria del Toll House Inn en Massachusetts, estaba preparando unas galletas de chocolate cuando notó que no tenía cacao para derretir. En su lugar, troceó una tableta de chocolate semi-amargo de Nestlé, esperando que se fundiera y se integrara en la masa.
Pero no lo hizo. Los trozos quedaron intactos, crujientes y deliciosos. Así nacieron las chocolate chip cookies, que hoy tienen su propia legión de fans en todo el mundo.
👉 Nestlé no tardó en comprar los derechos de la receta y comercializar el producto con el nombre Toll House. Todo, por una “ausencia” en la despensa.
El post-it: el pegamento que no pegaba
En 1968, el científico Spencer Silver estaba trabajando en una nueva fórmula de adhesivo para la empresa 3M. Pero lo que obtuvo fue algo… decepcionante. Su pegamento no era fuerte, se despegaba con facilidad y no parecía tener ningún uso real.
Años después, un colega suyo, Art Fry, harto de que los marcadores de su libro de coro se cayeran, recordó aquel adhesivo fallido y decidió usarlo para crear un marcador que se pegara, pero se pudiera quitar sin dañar el papel.
Así nació el post-it, y con él, una nueva forma de recordarlo todo sin perder el estilo.
👉 A veces lo que no funciona, funciona de otro modo.
El teflón: un accidente en un laboratorio (que ahora tienes en tu sartén)
El politetrafluoroetileno (PTFE), más conocido como teflón, fue descubierto por accidente en 1938 por el químico Roy Plunkett mientras trabajaba para DuPont.
Estaba intentando crear un nuevo refrigerante cuando notó que uno de los gases se había convertido en un sólido blanco resbaladizo. En vez de desecharlo, investigó sus propiedades y descubrió que era altamente resistente al calor, los químicos y la fricción.
Décadas más tarde, ese material terminaría recubriendo sartenes antiadherentes, cables, trajes espaciales y hasta implantes médicos.
👉 Y pensar que todo empezó por un cilindro mal cerrado.
La genialidad también nace del error
A veces pensamos que todo gran invento surge de una idea brillante, una planificación meticulosa o un laboratorio lleno de certezas. Pero la historia nos demuestra que los errores, los accidentes y los momentos de confusión también son terreno fértil para la innovación.
Estos objetos cotidianos —tan simples como un post-it o tan omnipresentes como el microondas— nos recuerdan que lo inesperado puede ser revolucionario, y que a veces, lo único que necesitas es prestar atención a lo que no buscabas encontrar.
Si quieres conocer más inventos afortunados, te recomiendo leer el libro La ciencia y el azar: La historia de los descubrimientos casuales que cambiaron el mundo de Mireia Ortega, que te mencionamos en este otro artículo.



