La protagonista de nuestra entrevista de hoy es la encantadora y cosmopolita actriz Eva Gamallo. Sí, cosmopolita, porque pese a su acento y su alegría, típicamente andaluces, nació en Zurich, aunque siendo muy pequeñita se trasladó (o más bien la trasladaron) a vivir a Granada, donde vivió toda su infancia y juventud y su carrera y alma solidaria la han llevado a viajar por bastantes países.
En Granada, Eva se empapó de todo el espíritu y cultura «granaínos«, especialmente de Federico García Lorca, alguien que ha sido su compañero, casi inseparable, a lo largo de su carrera como actriz.
Eva Gamallo es una actriz que mezcla intuición con trabajo en sus dosis justas, lo que unido a su versatilidad, la hace creíble tanto para papeles cómicos y divertidos (donde le sale su vena natural) como para personajes profundos y oscuros, donde conmueve y sobrecoge.
Hablar con alguien como ella es como respirar una bocanada de aire fresco: es viva, alegre y enérgica; sus ojos rebosan luz; su risa cristalina te envuelve. Es un placer, que me gustaría compartir con vosotros, a través de esta entrevista
¡Hola Eva! ¿Cómo surgió en tí el deseo de dedicarte a la interpretación?
De pequeñita era una niña muy fantástica y utilizaba mi voz y presencia para enviar al mundo mensajes de «Por favor, vamos a amarnos todos, que hay mucho dolor». Veía que la gente seguía a unos referentes y yo soñaba con ser uno de esos referentes y transmitir un mensaje de armonía…así que decidí enfocar mi carrera hacia el mundo de la comunicación, bien como actriz, presentadora, etc.
Realmente me fui olvidando de ese deseo, pero casi sin casi darme cuenta, empecé a hacer cursos, me licencié en la RESAD de Málaga, empecé a ir sumando y me di cuenta de que había vuelto a donde quería de pequeña.
¿Cómo influye la actriz Eva Gamallo en la persona Eva Gamallo?
A mí la actuación me ayuda a empatizar, a identificarme con las situaciones reales con que te enfrentas en el día a día. Aprendes a entender en vez de a juzgar, dado que eres consciente que todas las personas, cuando hacen algo, es por una motivación.
Cuando tu afrontas un personaje desde el juicio, se queda en algo muy superficial; pero cuando buscas sus motivaciones llegas a la comprensión, aunque no aceptes sus comportamientos. Y esto te ayuda mucho a la hora de crear personajes y a la hora de ser personas.
Pero la actuación no es solo estudio y trabajo. ¿Cómo llevas la otra parte de tu trabajo, la pública, con sus entrevistas y alfombras rojas?
Uff, pues al principio era algo que no llevaba muy bien; reconozco que tuve que aprender a lidiar con las alfombras rojas, jaja. Me di cuenta de que, al fin y al cabo, eran como otro papel más que tenía que representar, como una parte más de mi trabajo y comencé a divertirme con ello.
Viniendo de Granada, Lorca es parte fundamental de tu carrera; has hecho Un poeta en N.Y. y La Casa de Bernarda Alba…
¡Totalmente! Yo adoro los textos de Lorca. Me fascina la manera de hablar que tiene, sus metáforas, cómo juega con el lenguaje, cómo te lleva a un mundo onírico maravilloso. Te cuenta algo muy sencillo, pero a través de unas palabras que de arrebatan. Te lleva donde quiere a través de la poesía. Está lleno de imágenes, de contenido, de otra forma de mirar el mundo…
Fíjate si me gusta, que cuando estoy en Granada, a veces me voy a estudiar los guiones a su casa de veraneo. Me planto en el patio y es como si respirara su espíritu y este me empapara.
Aunque has hecho bastante teatro, la parte principal de tu carrera ha transcurrido frente a las cámaras. En televisión veo que tienes un recorrido interesante por muchas series…
Sí, jaja. Han sido papeles pequeñitos, pero he estado en muchas series: Los hombres de Paco, Hospital Central, La que se avecina, La tira… La verdad es que en televisión he hecho casi de todo; fíjate que en Hospital Central hice de policía y, paradójicamente, en Los hombres de Paco era enfermera, jaja.
¿Cómo ves el mundo de la televisión actualmente?
Yo me fui a vivir a África un tiempo y volví hace un año. Cuando me fui todo estaba decayendo y cuando volví, me sorprendió cómo había cambiado y cómo estaba creciendo todo. Ahora se están haciendo cosas muy interesantes, con calidad en los guiones, con buenos actores, directores, fotografía.
Actualmente se está dando posibilidad a que existan nuevas series que cuenten otro tipo de tramas, diferentes a las habituales, series que arriesgan. Además se está apostando por jóvenes actores, gente con mucho talento, que están dando mucha frescura a estas series; es una alegría ver a gente como Maggie Civantos, Aura Garrido… obteniendo el reconocimiento que se merecen.
Y además, de televisión, has hecho bastante cine, entre largos y cortos. Precisamente, este año se ha estrenado El violín de piedra, un largometraje del que eres protagonista.
Sí, la estrenamos en mayo. Es una película de Emilio Ruiz Barrachina que, en clave de comedia surrealista, habla sobre el despoblamiento rural y las consecuencias que acarrea sobre la sociedad.
Es una película que me ha encantado hacer porque, además de meterme en un mundo de realismo mágico maravilloso, me permitió trabajar con Carlos Álvarez-Novoa, que para mi era un referente como actor y persona.
Gracias a esta película pude disfrutar de todo su talento y fue mágico conocer a esa persona que iba dando lecciones de generosidad, humildad, profesionalidad, respeto… Es muy triste que se haya ido porque era una persona extraordinaria.
¿Qué te ha dado El violín de piedra?
Esa película me ha dado muchos regalos…y mucho frío, jaja. Como la trama va sobre la despoblación de la Sierra de Madrid, la rodamos en Buitrago de Lozoya, en pleno invierno con -10º y nevando. Los momentos de espera eran terribles, pero eso también le ha dado mucho color y textura a una peli de realismo mágico.
He leído que tienes en cartera un proyecto muy interesante, llamado Muerte Súbita.
Sí, es algo muy interesante; un proyecto del director canario Domingo Doreste, que, a raíz de un documental que hizo, está muy concienciado con esta patología, que se da mucho en Canarias. Sobre la base de esta enfermedad, ha creado una ficción, que aún es solo un proyecto y que no sabemos si acabará en largometraje o en serie televisiva.
¿Más proyectos?
Pues últimamente he rodado varios cortos, como Las mujeres de los dos lados de la raya, Él lee, ella mira...
Además, de tu faceta interpretativa, hay otra menos conocida, como es la solidaria. Antes me adelantabas que habías estado un tiempo viviendo y trabajando en Africa.
Sí, colaborando con una ONG me fui a dar clases a un colegio en Gambia. Era una aldea muy pequeñita, con unas costumbres totalmente diferentes a las nuestras. El SIDA era un grave problema y, desde mi posición, estuve luchando por tratar de concienciar a la gente sobre esa enfermedad para evitar que estigmatizaran a los enfermos. Incluso escribí un obra de teatro, en inglés, sobre el tema, para representarla allí y de ese modo buscar la concienciación. La verdad es que África siempre estará en mi vida y mi corazón, más aún cuando Lamin, mi esposo, es gambiano.
Y con unas escenas de El violín de piedra, nos despedimos de Eva Gamallo, una gran actriz y una grandísima persona.
Entrevista originalmente publicada en Unagi Magazine