En el mundo de la cultura, la locución latina opera prima hace referencia al primer trabajo de un autor, la obra con la que lleva a cabo su presentación al gran público. Generalmente suelen ser trabajos en los que este autor muestra sus aptitudes con toda su rabiosa frescura, pero también con la inmadurez propia de un debutante —sabe más el diablo por viejo…y todo eso—. Pero, de vez en cuando hay ocasiones —como en el disco Home on High, que ha supuesto la presentación de Nat Simons—, en que el artista hace gala de una calidad y madurez enormes e impropias de su bisoñez; son ocasiones en que opera prima y obra maestra se convierten en expresiones sinónimas.
Sí amigos (y amigas) porque en 2014 acaba de ver la luz este disco ante el que se me acaban los adjetivos elogiosos. Una maravilla fruto de un trabajo de gran equipo en el que la que lleva la voz cantante (nunca mejor dicho) es Nat Simons, una cantautora con un talento y una sensibilidad excepcionales.
Home on high es un disco maduro, profundo y lleno de matices complejos, como un buen vino de reserva; un trabajo en el que Nat Simons se desenvuelve con singular desparpajo entre múltiples géneros de la música americana: desde el folk, al rock, pasando por el country, el blues, el bluegrass o el pop. Una mezcla de estilos y sonidos que firmarían muchos de los grandes, no solo de aquí, sino también de la música americana. Además, si tenemos en cuenta que la producción ha corrido a cargo de una leyenda como el guitarrista David Gwynn (colaborador habitual de gente como Marlango, Christina Rosenvinge, Diego Vasallo…) nos haremos una idea de la calidad y textura del acabado. Sí, textura, porque Home on High es un disco de ambientes, que evoca paisajes crepusculares, carreteras polvorientas en el medio oeste, oscuros bares, olor a humo y regusto a bourbon.
La autora de este discazo es Nat Simons, una cantautora de aspecto angelical, que tras esa fachada de niña buena, esconde a una artista enorme, que cuenta unas historias mayúsculas de una hondura inmensa, las viste con melodías fantásticas y las canta con una voz dulce y embriagadora.
Un talento como el de Natalia no podía pasar desapercibido para Unagi magazine, así que quedamos con ella para que nos hablara de su carrera y de esta maravilla que le augura un futuro espectacular. Y qué mejor sitio para una primera cita con Nat, que uno de los mejores sitios para primeras citas de todo Madrid: La Paca Café.
Ladies and gentlemen, con todos ustedes…¡¡Nat Simons!!

¿Cómo una chica llamada Natalia García Poza acaba convirtiéndose en Nat Simons?
La cosa empezó un poco de casualidad. Antes de la música, yo me había dedicado a muchas otras actividades culturales: estudié Arte, pintaba, escribía poesía…Recuerdo que, en aquélla época, me hicieron una entrevista en la radio para presentar mi poesía y me comentaron que lo único que me faltaba era cantar.
Por entonces yo vivía en Vigo, conocía a mucha gente que estaba metida en la música y es lógico que me picara la curiosidad. Al año siguiente, empecé a retomar la guitarra y a hacer versiones y poco después empecé a componer mis propios temas. Varios amigos me animaron a que saliera a cantar y la primera vez que lo hice, la respuesta de la gente fue impresionante, preguntándome qué había hecho todo este tiempo sin dedicarme a la música. A partir de ahí me enganché al escenario y todo ha ido cada vez a más.
¿Y el nombre artístico?
Es algo bastante curioso, viene de Cat Simons, el nombre de un personaje que leí en un cómic. Cuando lo vi por primera vez fue como una señal, me llamó tanto la atención que supe que ese era el nombre que yo tenía que adoptar. Como me llamo Natalia, adapté el nombre, cambiando el «Cat» por «Nat» y hasta ahora.
¿Cómo ha sido tu evolución musical?
Los dos primeros años salía yo sola con la guitarra y era muy fan de tocar la armónica. En un principio me dio muy fuerte por Bob Dylan y los cantantes folk de los 60. Vengo de una familia muy musical y cuando era pequeña mi padre ponía siempre en casa música de Cat Stevens, Neil Young o The Beatles, así que todo eso se me fue pegando.
Después todo ha sido muy progresivo, hasta que he tenido un repertorio grande. Poco a poco he ido conociendo mucha gente en la música que me han ido acompañando en este camino y animándome a que diera nuevos pasos. De hecho hubo una época en la que yo dudaba si grabar un LP con los temas que ya tenía o seguir adelante y preparar un nuevo material y mis músicos fueron los que me animaron a vestir los temas que tenía escritos y grabarlos. Ese fue el momento de decir «me lo tomo en serio y grabo lo que tengo». Era una pena seguir adelante y dejar atrás todos estos temas que componen el disco.
Y entonces llegó David Gwynn…
Sí, fue algo muy curioso. Cuando empecé con la banda, el chico que tocaba el dobro le conocía y le pidió que viniera a vernos a un concierto. Le dijo mi nombre y resultó que David ya me había escuchado por Internet y le sonaba mi nombre. Nos escuchó en directo en la sala El Juglar, el concierto le gustó muchísimo y, al terminar, vino a verme y se ofreció a producirme el disco. Yo, por supuesto, encantada, no solo por quien es David, sino porque para un disco en el que buscaba un sonido americano, nadie mejor que alguien de allí para hacerlo.
¿Cómo es un gran músico como él en su faceta de productor?
David le da mucha importancia a las letras y a que el ambiente del disco refleje lo que dicen las canciones. En este disco le hemos dado mucha importancia a que los arreglos te lleven a que la canción, musicalmente, cuente lo mismo que está diciendo la letra. A mí me gustan mucho las canciones con silencios, con densidad, que suben y bajan. Los silencios van en la pulsación, en el estado de ánimo, en el propio cuerpo, son como cuando necesitas parar para respirar, algo que te sale de forma natural.
¿Tu ves esos ambientes cuando estás componiendo?
Sí, eso me suele pasar bastante y cada vez más. Estoy yo sola con mi guitarra acústica componiendo, pero a mi cabeza no paran de venir otros sonidos: «aquí viene un piano, aquí una guitarra haciendo esto…» y eso me pica a seguir haciendo más cosas y a seguir investigando.
¿Dónde intentarías ubicar tu música?
Escucho mucha música incluso electrónica y pienso que me gustaría hacer eso, pero siempre que me pongo a componer me sale muy folk. Últimamente estoy muy obsesionada con Paul Simon, con su manera de componer y de tocar la guitarra y supongo que eso me lleva a que mis composiciones acaben tirando por ahí. No te digo que no quiera seguir por ese camino, pero sí que me gustaría evolucionar hacia otro sonido. También es peligroso, porque una vez que has encontrado tu público, si das una vuelta a lo mejor no aceptan un cambio tan radical.
¿Por qué cantas en inglés?
Sobre todo por el tipo de música que hago y mis influencias. Cuando empecé a tocar versiones eran de artistas americanos, no de españoles. Sí que es verdad que hay artistas españoles que me encantan, pero no me llegaron tan profundamente como para cantar sus temas. Además, yo he estado fuera mucho tiempo y es normal que me saliera el disco en inglés.
Pero, ¿tú te imaginas con este tipo de música cantando en español?
Sí, me encantaría. De hecho estoy escuchando últimamente a una artista mexicana maravillosa, llamada Carla Morrison, que me está cambiando un poco las cosas. Quizás no me gusta tanto que habla mucho de amor, pero desde que escuché algo de esta mujer…uff, dije quiero componer algo así en español. También me gusta muchísimo Quique González, pero él hace un estilo muy americano, parecido al mío, y me da la impresión de que si hago algo en español, va a sonar a Quique.

Y vamos con tu disco Home on High. ¿Cómo surgió el nombre?
Yo no quiero nada forzado y espero a que el nombre aparezca de forma natural. En este caso, un día estaba escuchando Astral Weeks de Van Morrison y me paré a pensar en ese verso que dice «In another world / in another time / got a home on high«. Me pareció una maravilla esa figura de «una casa en las alturas» y, en ese momento, vi claro que ese debía ser el título del disco.
En cuanto a las canciones, hay algunas en que el título es muy descarado, como Big Liar, que habla sobre un mentiroso y es muy directa. En otras, sin embargo, como Lullaby, viene de que la canción me evocaba una nana que te canta un familiar. El proceso ha sido muy natural. Como mis canciones no suelen tener estribillos, ha sido como elegir el título de una película, como decir «de qué va esto». Por ejemplo Wheels and Dust, es un resumen de lo que habla la canción y el título vino inspirado por un tema de Daniel Johnston que se llama Love Wheel.
¿Tenías compuestas las canciones de antes o has compuesto para el disco?
Hay un poco de todo. Hay canciones que tienen bastante tiempo y que grabé ya en su época 2010, como Indian Trees y Wild Way, que tuve dudas de incluir, pero pensé que era una pena dejarlas de lado, porque iban a coger un sonido más auténtico en este disco que no tenían antes y eso lo hemos con David. Para mí sí que ha sido un poco extraño mezclar temas que son prácticamente de ayer con temas que son de hace bastante tiempo pero, finalmente, creo que ha sido una buena idea grabarlos todos.
A mí personalmente la canción que más me gusta es Lullaby. Sin embargo, viendo las estadísticas de Spotify, aunque todas tienen bastantes escuchas, gana por goleada
Pues creo que es un poco casualidad, quizás es porque es la canción más pop o porque el público aún no ha prestado atención a todas las canciones. Tanto a la banda como a mí, nos encanta Home on High, que es la más eléctrica y tenemos muchas esperanzas con ella. De todos modos, comparto contigo que la canción que más me gusta es Lullaby y no solo a mí, sino también a David. Además esta canción tiene la curiosidad de que es una primera toma y por eso ha salido tan natural.
Antes hablabas que habéis puesto mucho cuidado para tratar de reflejar musicalmente en las canciones el ambiente que indicaban las letras. Veo que este objetivo se ha extendido al diseño gráfico del disco.
Dado que yo provengo del mundo del arte, quería estar muy metida en la fotografía, diseño, etc., pues quería que la imagen evocara lo mismo que las canciones y creo que lo hemos conseguido. A quien escucha el disco, le lleva a evocar bares oscuros, carreteras, humo, una imagen muy a lo Tom Waits…y para eso sabía que tenía que buscar referencias al cine, quería que evocara lo mismo que las películas que me gustan y eso lo hemos trabajado mucho.
La portada está muy de acuerdo con esto; estoy en una escalera, en un lugar sin nombre, en mitad de ninguna parte, donde no se sabe si es de día o de noche… Es una imagen inspirada en películas como Paris, Texas, que te lleva a la hora bruja en que se está poniendo el sol. Mi disco está hablando de esa hora; de hecho, si lo escuchas entero, vas pasando por las diferentes canciones y vas notando cómo va atardeciendo hasta que llega la noche. Yo quería evocar eso en la portada.
Además, han pasado cosas muy curiosas como que un fotógrafo americano al que le gustó el disco, nos cedió las fotos de contraportada e interior. La noche que me escribió, me emocioné, porque con todo lo que me había costado sacar el disco, que alguien que estaba al otro lado del mundo, me dijera que quería que sus fotos estuvieran en mi disco, fue tremendo.
¿Por tu tipo de música y por el hecho de cantar en inglés, no has pensado que pueda tener más éxito en Estados Unidos que aquí?
Sí que lo he pensado, pero allí hay tanta gente haciendo ese estilo de música que no sé si habría sitio para este trabajo. Sí que me gustaría hacer alguna prueba y ver qué tal funciona. Gente que ha estado actuando en Estados Unidos me han contado que es más sencillo hacer una gira allí porque hay mucha más escena y posibilidades de tocar, por eso, sí que me gustaría, una vez que aquí ya esté todo más encaminado, probar allí. David me dice que le encantaría enviar Lullaby a emisoras country en Estados Unidos para ver qué opinan de esta canción.
El disco ha generado mucha expectación. ¿Vais a hacer una gira de presentación?
Pues, por lo pronto, el 22 de mayo hacemos el concierto de presentación en la sala Moby Dick de Madrid y será un concierto muy especial, no solo por ser el primero, sino porque igual no se repite, ya que estaremos la misma banda que hicimos el disco. También habrá invitados como Jack Jamison (de Cañones y Mantequilla), que es quien tocó la armónica en el disco.
A mí me gustaría que a partir del 22 pasaran cosas. Me gustaría que no solo se cumpla la expectativa del disco, sino que vaya más allá, que el concierto no sea simplemente como escuchar el disco en directo. Queremos meter también versiones que vayan con el espíritu del disco e ir más a montar un show; que la gente diga que el directo mola más que el disco.
Más allá del 22 no te sabría decir qué va a pasar con la gira exactamente. Actualmente es complicado hacer una gira con toda la banda por cuestiones económicas; por tanto yo afrontaré los futuros conciertos de forma coherente; algunos con la banda, otros en dúo o en trío, según las circunstancias…
Me despido de Nat con la sensación de estar asistiendo al amanecer de una artista de la que se hablará muchísimo en el futuro. Como despedida, os dejo el vídeo de su primer tema
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