La sexta parada en esta temporada de Run&Mind tiene como protagonista a Carolina Lapausa: una maravillosa actriz y una estupenda deportista.
Cuando ví a Carolina vestida para hacer deporte, lo primero que pensé es que se había colado por una puerta del Ministerio del Tiempo y había aterrizado en el Madrid de hoy, desde los años 20, época en la que viven los personajes con los que lleva varios años entrando en nuestras casas a través de la televisión.
Sí, porque aunque ha trabajado muchísimo en televisión apareciendo en las series más populares, últimamente esta madrileña lleva un tiempo viviendo en otra época e interpretando en televisión a personajes muy queridos por el público: ha sido Isabelita de Viana, tanto en la serie La Señora, como en su continuación 14 de abril, La República; ha sido también Cristina Pérez en Amar es para siempre y ha sido, ni más ni menos que Agatha Christie en Gran Hotel.
También la hemos podido ver recientemente en el teatro con Nada tras la puerta, también haciendo un dificilísimo y maravilloso personaje en Las neurosis sexuales de nuestros padres y pronto volveremos a verla en Madrid con Lo que vió el mayordomo.
Quedamos con Carolina en uno de los lugares más bonitos de Madrid: el Templo de Debod y, a los cinco segundos, ya se había ganado nuestro corazón, con su dulzura e inteligencia, contagiándonos su espíritu, su energía y su preciosa sonrisa (que aún me aflora cuando recuerdo ese día). Esta es la crónica de una gran tarde de charla y deporte.
¿Cómo empezaste en el mundo de la actuación?
De pequeñita empecé haciendo gimnasia rítmica y de ahí pasé a la danza. Me metí en el Conservatorio de Danza de Madrid y me diplomé en danza española, pero llegó un momento en que la danza que se me quedaba pequeña para poder contar todo lo que yo quería, así que probé en la RESAD y allí hice la carrera como actriz.
Nada más terminar de estudiar empezaron a salirme pruebas y ya empecé a trabajar. Lo primero fue una versión teatral de La metamorfosis de Kafka y de ahí ya entré en la serie Al salir de clase y a continuación ya fue surgiendo todo lo demás.
Desde entonces has hecho muchísima televisión y mucho teatro, pero en cambio no te has prodigado mucho en el cine. ¿A qué es debido?
El cine siempre ha sido un circuito más cerrado en el que era más complicado entrar. Hubo una época en que parecía que cine, teatro y televisión estaban más reñidos entre sí y los actores solían encasillarse en uno de los medios. En cambio, hoy día tenemos claro que lo ideal es compatibilizarlos todos, pues lo que te aporta un medio, no te lo aporta otro.
¿Cómo ves el mundo audiovisual (cine, tele) actualmente?
Pues creo que estamos en uno de los momentos dorados de la ficción, tanto en cine como en tele, porque se están haciendo productos de muchísima calidad. Creativamente se están haciendo cosas fantásticas, con tramas muy interesantes.
La Señora, La República, Amar es para siempre…Incluso llegaste a interpretar a Agatha Christie en Gran Hotel. ¿Por qué tantas series de época?
Sí, jaja, llevo una temporada así. Mi madre me dice que debo tener cara de antigua (risas). En cuanto al papel de Agatha Christie fue un trabajo con el que disfruté mucho. Además, ese es uno de los privilegios de los actores, jugar a ser otra persona, en este caso, además, una persona a la que admiras.
Hacer una serie diaria para la televisión es muy exigente, ¿cómo lo llevas?
Pues es un reto, porque cada vez trabajamos con más medios, pero con menos tiempo. El resultado tiene que ser más inmediato, y la responsabilidad sube. Actualmente está todo tan medido, que antes de empezar a rodar tienes que llevarlo todo superensayado, porque allí no tienes tiempo para hacer pruebas. Ese es un poco el reto de la televisión (y también del cine), que tienes que llevar todo muy ensayado y muy cerrado.
Por ejemplo, Amar es para siempre, para mí fue un entrenamiento brutal, porque tenía que enfrentarme a siete secuencias al día de cinco páginas cada una y, además, las escenas y los capítulos a veces se graban desordenados, con lo que tienes que llevar tu personaje totalmente cerrado y definido, a diferencia del teatro en que, al ser lineal, puedes probar más cosas.
Ya que hablas de teatro, cuéntanos algo sobre tu último trabajo, Las neurosis sexuales de nuestros padres, que ha sido todo un éxito.
Sí, es una obra de Lukas Barfüss, un autor suizo, a la que tengo muchísimo cariño. Narra el despertar sexual de una chica con una enfermedad mental. Es una chica que durante mucho tiempo ha estado medicada para reprimir sus impulsos y de repente, al cumplir los 18, su madre le quita la medicación, para ver qué pasa. Y en ese momento descubre el sexo, y lo hace sin ningún tipo de tabú, con la mayor ingenuidad e inocencia, lejos de la hipocresía con que lo practican quienes la rodean.
Cuando cayó en nuestras manos el texto, nos impresionó tanto la historia que dijimos que teníamos que hacerla como fuera y así fue, sin ningún tipo de ayuda, nos lanzamos a ello. Funcionó muy bien en La cuarta pared, de ahí pasamos al Galileo, donde tuvo un éxito enorme. Incluso vino el autor desde Suiza a vernos y le encantó.
Para mí ha sido un regalo poder interpretar a Dora y se ha convertido en mi personaje favorito. Era un personaje muy complicado, con el que nunca te encuentras segura, pero me ha permitido trabajarlo mucho y cuando lo tienes y ves que además de disfrutarlo tu, funciona con el público, la satisfacción es enorme.
¿Que proyectos tienes ahora mismo?
Pues estoy preparando una película, que empezaremos a rodar dentro de nada. Y luego, en junio estrenaremos teatro en Madrid con Lo que vio el mayordomo, una obra con la que llevamos ya varios meses de gira por toda España.
Y de la interpretación, pasamos a tu faceta deportiva, háblanos de ella…
Siempre he sido muy activa, pero mientras estudiaba danza, solo hacía eso, no solo porque estaba seis horas diarias bailando, sino porque no podíamos hacer otro deporte, para prevenir lesiones y para no perjudicar los músculos con un trabajo distinto.
Luego, cuando entre en la RESAD, aprendí algo muy útil para un actor, como es la esgrima, que ya os digo que es un deporte precioso y desde entonces, no paro de hacer deporte. Me gusta mucho ir alternando: tengo temporadas de baile contemporáneo, temporadas de correr, de nadar… Ahora empezaré con la temporada de surf, algo que me apasiona.
¿Cómo empezaste con el running?
Hace muchos años empecé a correr de forma muy relajada con unas amigas, precisamente en este parque. Un día, mi compañera y amiga, Marta Larralde entró en mi vida a la carrera, nunca mejor dicho (risas), y ella fue la que empezó a picarme con esto del running. El año pasado hicimos la media maratón de Formentera; reconozco que estaba un poco asustada, pero la terminé y lo pasé muy bien. Tengo ganas de hacer otra, a ver si para otoño o para el año que viene.
De momento, haré la carrera de 10k en junio en Barcelona y, de momento, nada más. Para el otoño tendré que ponerme algún objetivo, porque eso es lo que me obliga a marcarme una disciplina, porque si no, los actores con los descontroles de horarios que tenemos (un mes te levantas a las 5 para trabajar y el mes siguiente lo haces a partir de las 10 de la noche), es complejo que hagamos una planificación.
¿Qué te aporta el running?
Me aporta la vida, porque, aunque parezca contradictorio, todo lo que sea aeróbico, para mí significa relax, supone sentirme a gusto conmigo misma. Yo soy muy inquieta y eso de sentarme a pensar y meditar, me cuesta un poco y el ejercicio aeróbico es como mi meditación.
Además, una de las cosas que más valoro en tanto en el running, como en otros deportes que he hecho, es la gente tan maravillosa que me ha permitido conocer, ese espíritu de compañerismo, de superación…
¿Y el surf?
La sensación de libertad. Cuando haces surf, estás en el mar, sentada sobre tu tabla, esperando una ola, en contacto con la naturaleza y eso te da una sensación de libertad increíble. Además, el mar a veces da mucho miedo y el hecho de ver que poco a poco te estás empezando a hacer amigo suyo, es una sensación maravillosa.
Pues sí, Carolina, comparto totalmente contigo lo de que una de las mejores cosas que me ha dado el deporte es la gente que he conocido mientras lo practicaba. Y para muestra estáis tu y, por supuesto, mi compi Paula Butragueño
Y para reafirmarlo, qué mejor modo, que acabar esta charla con un entrenamiento dirigido por Paula. Para calentar, comenzamos dando una vueltecilla corriendo por el parque que está alrededor del templo y luego nos pusimos a la tarea: un entrenamiento funcional en toda regla.
Lo divertido del caso, es que se trataba de un circuito de entrenamiento para realizar por parejas, que, en algunos casos hicimos en trío (tres no siempre son multitud): sentadillas agarrados de las manos con salto, planchas mientras el compañero saltaba por encima, saltos de tijeras con las manos cruzadas, sentadillas profundas mientras el compañero pasaba su pierna sobre tu cabeza…
En total, un entrenamiento de 20 minutos, tan divertido como intenso, porque solo descansas mientras tu compañero está realizando el ejercicio (o sea, muchas veces, pero muy poco tiempo cada vez). En las fotos parece que estamos jugando pero ¡vaya si costaban!
Y para finalizar, una sesión de risas y uno de nuestros alocados posados (decía Pablo Neruda que el hombre que no juega, perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta), con esa maravilla egipcia de fondo, un final inmejorable para una tarde estupenda.
Y como siempre, podéis ver la otra versión de la historia, contada por mi compi Paula Butragueño en su web y conocer un poco más a Carolina Lapausa, a través de su página web.
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- Fotos realizadas por ingridhoppe
- Logo: diseñado por Alejandra Rodríguez Bueno[/box]