Fran Perea es una de las caras más conocidas del sector audiovisual español. Parece mentira, pero ya han pasado 13 años desde que aquel joven melenudo despuntara en la serie Al salir de clase, que con el tiempo se ha convertido en una de las principales canteras del panorama actoral español en la actualidad.
Luego vino el boom de Los Serrano y Fran se convirtió en uno de los actores más populares del país. Eso, unido a su talento musical, hizo que alcanzara gran notoriedad durante varios años. Terminaron Los Serrano, pero Fran, aunque algo más apartado del primer plano de los focos siguió trabajando y mucho, tanto en el cine — con trabajos tan reseñables como El Camino de los Ingleses, 13 rosas, Balada triste de trompeta…— como en la televisión —entre otras, Luna, el misterio de Calenda y, actualmente, en B&B de Boca en Boca—, sin abandonar su carrera musical —tiene ya cuatro discos de platino y uno de oro—.
Pero no, hoy no vengo a hablaros de ese Fran Perea conocido y popular, ídolo de masas. Hoy quiero centrarme en la faceta menos conocida —y para mí, más meritoria— de Fran Perea, en su carrera teatral. Desde que inició su carrera teatral, Fran se ha decantado por grandes papeles en obras mayúsculas. Debutó en 2007, junto a Ana Belén, con Fedra de Eurípides, a la que siguieron Don Juan, el burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, Electra de Eurípides y, ya en este 2013, Feelgood de Alistair Beaton.
En 2013, varios de los actores que habían participado en el montaje de Todos eran mis hijos, decidieron poner su granito de arena para seguir en la carrera teatral y fundaron una compañía propia —EnTRAMAdos—, cuyo primer montaje ha sido, precisamente, Feelgood. Esta ácida comedia, de la que ya os he hablado anteriormente, ha resultado un gran éxito, tanto en Madrid, como en el resto de ciudades españolas por las que ha pasado, convirtiéndose en uno de los acontecimientos teatrales del año.
Por ello, quería que fuera el propio Fran Perea quien os hablara de Feelgood, de EnTRAMAados y de teatro en general. Damas y caballeros, con todos ustedes, Fran Perea, un señor actor.
¿Por qué, para lanzar una nueva compañía teatral como EnTRAMAdos elegisteis precisamente Feelgood: una comedia —ácida y crítica, pero comedia al fin y al cabo—?
Estuvimos mucho tiempo buscando textos. Algunos eran españoles, otros no. Sí es cierto que queríamos hacer comedia. Era lo único que teníamos claro. No había un porqué, solo que, al venir, la mayoría, de hacer Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, queríamos trabajar otro registro. Feelgood llegó a nuestras manos y no hubo duda. Aspiramos a entretener al espectador, pero también nos gusta que se vaya a casa tras la función con un buen tema sobre el que debatir o sobre el que reflexionar.
Alistair Beaton es un autor escocés y es de suponer que ideó la obra partiendo de sus propias experiencias personales y de la realidad política británica. ¿Fue muy grande el alcance de la adaptación que tuvisteis que realizar a la hora de poner en marcha la obra?
Alicia Macías hizo la primera traducción literal del texto. Sobre esa traducción, Alberto Castrillo-Ferrer y Manuela Velasco hicieron la adaptación. En ese primer paso, eliminaron las referencias a Reino Unido. No queríamos que la función hablase de ningún lugar concreto, porque lo que cuenta es común a todos los países democráticos de occidente. Con ese texto, empezamos a ensayar y, ahí, volvimos a retocar algunas cosas. Pero, siempre con el texto original de Feelgood en la mano. Volviendo a él de vez en cuando para no alterar la esencia de Alistair Beaton.
Beaton trabajaba en Reino Unido para el partido laborista — de ideología liberal—; sin embargo, la obra funciona también con partidos políticos conservadores y en muchos otros países bien diferentes como España, Alemania, Estados Unidos, etc. ¿Crees que los tejemanejes del poder son universales?
A eso me refería con las alusiones a Reino Unido. Aparte de los chistes locales del original, no había que tocar nada más para darse cuenta de que el sistema político en los países occidentales se ha deshumanizado. Lo importante es ganar votantes, no preocuparse de escuchar los problemas reales de la gente de a pie. El capital manda. Las ideas han pasado a un segundo plano.
¿Habéis tenido ocasión de hablar con Alistair Beaton después del estreno y compartir opiniones respecto a la obra?
Sí. Hemos tenido la enorme suerte de que viniera a visitarnos en nuestra última estancia en Madrid, en el Teatro Infanta Isabel. Es un señor con un gran sentido del humor, muy ácido. Disfrutó mucho de la función y de sus días aquí. Y, nosotros, absolutamente felices con su presencia. Le preguntamos mucho sobre el texto, sobre por qué decidió escribir una historia así, sobre sus nuevos proyectos… Tenemos un amigo en Londres.
El tema de la trastienda del poder ha sido tratado a menudo en películas y series televisivas. ¿Habéis tomado algún referente a la hora de componer vuestros personajes —por poner un ejemplo, El ala oeste de la Casa Blanca?
La mejor referencia era el texto y cómo la realidad lo actualizaba —y actualiza— cada día. A partir de ahí, sí. Muchos de los compañeros se iban pasando series y películas para echarles un vistazo. He de confesar que a mí me dio miedo ver nada… Soy muy influenciable en ese aspecto…
Lleváis ya muchas representaciones desde el estreno en el Matadero de Madrid y la situación política cada día va dando más situaciones esperpénticas. ¿La obra ha evolucionado desde su estreno para irse adaptando a todas estas nuevas situaciones?
No hemos tocado el texto desde que estrenamos. Como decía antes, es la realidad la que pone la función al día, desgraciadamente. Se ve que Alistair Beaton sabía de lo que hablaba.
¿Habéis tenido algún feedback por parte de políticos o periodistas especializados en política?
Sí. De hecho, han venido muchos periodistas y políticos a ver la función, como Alberto Garzón y Tania Sánchez —de IU— y Trinidad Jiménez y Pedro Sánchez —del PSOE—. Además, hemos tenido la suerte de que dos plataformas de consultores de comunicación política han realizado acciones concretas con nosotros. La última, en Madrid, Beers&Politics, con presencia del autor. Toda la gente que ha tenido en algún momento algo que ver con la política nos ha dicho que, efectivamente, en los despachos, a veces, pasan cosas peores…
La obra está funcionando fenomenal a nivel de crítica pero ¿cómo está yendo a nivel de público?
Muy bien. En Madrid ha ido muy bien, si bien es cierto que, al asumir la producción, el gasto es mayor… Además del consabido IVA… y en gira estamos llenando los teatros. Es una maravilla…
En vuestras propias palabras, EnTRAMAdos es el resultado de “seis actores buscando crear su propia compañía para poder representar una obra de teatro. Para poder, en definitiva, trabajar”. ¿Cuál es el balance del viaje hasta el momento?
Positivo. Mucho. Ni en nuestros mejores sueños podíamos imaginar llegar dónde hemos llegado. Llevamos más de cien funciones. Y, además, en familia. Es una suerte encontrar un grupo de gente con la que te lo pasas tan bien tanto dentro como fuera del escenario.
Vuestro compromiso con la obra es absoluto, no solo dentro del escenario, sino también fuera con las múltiples acciones promocionales y de marketing que estáis llevando a cabo —realización de vídeos, pegada de galletas por Malasaña…—. ¿La situación actual del teatro ha hecho que el papel del actor tenga que cambiar y adaptarse a las circunstancias en este sentido?
Muchas gracias. Imagino que todo influye. Pero, también es el resultado de un grupo de gente que cree que siempre se puede mejorar… O idear algo para mejorar. Para ello, la implicación total es fundamental… Si no cuidas a la criatura, la criatura no crece.
Una de las cosas que me ha llamado la atención de vuestro proyecto es, precisamente, el despliegue de medios promocionales que habéis utilizado, muy acorde con la sociedad actual: desde camisetas, hasta acciones promocionales, mucho cuidado con las redes sociales, una imagen publicitaria cuidadísima. ¿Actualmente estos “elementos intangibles” tienen tanta importancia como un buen texto o un buen elenco a la hora de llenar un teatro?
Yo, personalmente, pienso que sí. Hay que sacar partido a lo que tienes. Y, además, si no tienes dinero para hacer grandes campañas de publicidad, pues, hay que pensar alternativas. Con respecto a la importancia de lo periférico, nuestro trabajo no es solo que la gente disfrute de un buen rato de teatro. Por supuesto, ése es el objetivo final, claro, pero… hay que conseguir que a ese espectador potencial le llegue la información de la función, que sea sugerente, que decida, no solo ir, sino pagar una entrada y que, además, cuando salga, salga a gusto y lo comparta. Hay que intentar acompañarlo en ese recorrido. Facilitárselo. Al final, se trata de sentido común. Yo, soy espectador. Me encanta el teatro y me encanta cuando todos los elementos de una producción de teatro me resultan sugerentes…
¿Tenéis ya algún nuevo proyecto en marcha para el futuro o aún le queda mucha vida a Feelgood?
De momento, hasta febrero de 2015 seguimos con Feelgood. Estamos en la búsqueda de nuevos textos para el siguiente montaje… Todavía no tenemos. Esperemos que llegue pronto.
Y para terminar, una curiosidad personal. La imagen de la compañía en los carteles recuerda mucho el A Band Apart de Tarantino y compañía. ¿Es una declaración de intenciones?
Fue una propuesta de Javier Parra y nos encantó. Efectivamente, tiene que ver más con el concepto de grupo que con el significado de la función. Seis actores, en el camino.
Si queréis estar al tanto de todo lo que rodea a Feelgood, y enTRAMAdos podéis acceder a su web, haciendo clic aquí.